El descontrolado invento del piquete
El piquete es un invento argentino.
Muchas cosas han sido ingeniadas por científicos y oportunistas locales, varias de ellas muy interesantes, pero otras tantas lamentables. Una de ellas es el piquete, un invento argentino para aplicar tristeza a los que no tienen la culpa de lo que sucede. Si bien cuando es aplicado correctamente puede dar buenos resultados y generar movimientos políticos (como es el caso de las papeleras en Uruguay), generalmente se hace piquete por cualquier cosa y a costa de los trabajadores normales, sin que llegue a afectar a los que realmente tienen poder de decisión.
El Gobierno dejó que esto siga adelante, malcrió a los manifestantes, dejándolos hacer y deshacer a gusto, sin aplicar los parámetros normales que se aplican en todo el planeta a las protestas. Porque en Alemania, en Inglaterra y en Noruega también hay protestas, pero se hacen minimizando al extremo el daño colateral a los que no tienen la culpa (hasta avisan los manifestantes a la policía el horario de inicio y fin).
En Santa Cruz (provincia del Presidente) hubo piquetes por asuntos salariales y de dinero, en lo que parece ser una legítima protesta de los trabajadores del petróleo, un segmento que gana millones por minuto y lo reparte entre pocos. La gente, loca total y acostumbrada a que nunca pasa nada, intentó tomar un centro de detención, donde estaba detenido uno de sus líderes, y en el copamiento mataron a un policía. Increíble.
Lamentablemente, las proyecciones se van cumpliendo. El asunto es si pararán alguna vez estas cosas o si seguirán escalando.
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