Pensando delante de la parrilla
Hace rato que no posteaba nada. Es cierto. Parece que volver a trabajar me ha consumido un poco el tiempo cerebral, y recién hoy vuelvo por aquí.
Hoy estuve en La Gallega, pues sus patios de comida son de lo mejor de Rosario en su clase, principalmente el de Mitre y Av. Pellegrini. Es curioso ver el comportamiento de la gente en lugares como ese, donde muchos interactúan entre sí, se someten a flujos de caminantes para ir a comprar pastas, sacar bebidas o pasar por las cajas a pagar. Interactúan y colisionan, pues, hay idiotas para llenar vagones.
La sección parrilla estaba con bastante gente hoy. Esto derivaba en una cola de unos cinco a ocho minutos de espera. El señor que estaba adelante mío, acompañado de su hija mayor y quien parecía ser el novio de la nena, esperó casi lo mismo que yo, obviamente. Pero hizo lo que hacen muchos: en lugar de elegir y pensar el pedido durante la espera en la cola, se puso a pensar y a elegir delante de la parrilla, cuando el asador lo estaba atendiendo, y todos los demás esperándolo. Que le busque jugoso, si tenía tal cosa, qué otras cosas había, mostrame eso, cortame ahí, cortalo al medio... ¡Dios Santo! ¿Qué hacía mirando a la parrilla durante la espera? ¿Se imaginaba ser un pollo a las brasas? ¡Tenía que elegir, señor, y armar su pedido!
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